En La Salle apostamos por Godly Play: un método para enriquecer la espiritualidad infantil, la de los jóvenes e incluso adultos, basado en la Biblia y con principios metodológicos Montessori. Su fundador, Jerome W. Berryman, quien ha dedicado décadas a la puesta en práctica e investigación sobre la efectividad de dicho método dice literalmente: “En Godly Play, la invitación no es jugar en general sino, jugar con el lenguaje de Dios y de su pueblo, es decir, con nuestras historias sagradas, parábolas, acciones litúrgicas y síntesis”. “Es una invitación a salir a jugar con Dios”.
¿Y si todo, o al menos las cosas más importantes, las pudiéramos aprender jugando? Sería divertido, ¿verdad? Y, además, una vivencia significativa para el resto de nuestras experiencias en la vida. Pues algo así es la filosofía de Godly Play. Este método que ya forma parte de nuestras clases de religión dentro de NCA.
¿Y por qué no aceptar la invitación que nos hace Berryman? Pongámonos en la piel de uno de nuestros/as niños/as acercándose a esa sala que hay un nuestro cole a la que llamamos: “Sala Godly Play”. Un sitio diferente al resto de espacios de nuestro centro por sus materiales, su decoración, su disposición del mobiliario, su ubicación. Una sala ESPECIAL en la que se respira ESPIRITUALIDAD.
Leamos con atención cómo nos contaría uno de nuestros/as niños/as su vivencia:
Llega el día en que la seño o el profe nos dice que nos toca Godly Play. Solo eso, ya nos emociona porque hemos ido otras veces y nos encanta. A la sala nos lleva una seño que es la “NARRADORA” de Godly Play (que por eso se fue unos días fuera a estudiar, para aprender cómo hacer esto) y cuando llegamos a la puerta de la sala, el “UMBRAL” que la separa del patio, es un sitio muy importante porque, antes de cruzarlo, el “PORTERO” nos pregunta si estamos preparados.
Entramos, hay cojines dispuestos en círculo y, formando parte del mismo, ya está nuestra narradora esperándonos. Nos sentamos, nos saludamos y comienza la magia: la narradora empieza a contarnos una historia que está en la Biblia (ese libro que cuenta todas las historias de Dios) pero usando unos materiales súper chulos: figuritas de madera, un desierto de arena, velas, placas de de madera con imágenes o mensajes, etc. Cada historia tiene sus materiales que siempre están en el mismo sitio y muy bien ordenados para que, otro día, los podamos encontrar. Todos escuchamos en silencio, ¡nos quedamos embobados! Y al final de la historia, la seño nos hace preguntas que nos ayudan a reflexionar sobre lo que hemos escuchado. En ese momento, ya sí podemos hablar y, además, ¡siempre acertamos! Todas las respuestas que damos, son válidas porque tienen que ver con lo que la historia nos ha recordado o nos ha hecho sentir.
Después viene el tiempo de “RESPUESTA”, ahí sí que nos lo pasamos genial. En ese ratito, tenemos materiales a nuestra disposición para hacer una manualidad, un dibujo, o también podemos jugar con los materiales de la historia que nos han contado ese día o con los que hayamos visto en sesiones anteriores. Los que aún no hemos trabajado, no se pueden tocar (tenemos que mantener un poquito el misterio, jeje).
Al terminar el tiempo de respuesta, lo recogemos todo muy bien. Si hemos hecho un dibujo o manualidad, nos lo llevamos a casa, se lo regalamos a un amigo, a la seño, al profe; lo que queramos. Y después volvemos a formar el círculo para el momento de la “FIESTA”, un banquete compartido pero muy sencillo en el que lo importante, como en toda fiesta debería ser, es cómo nos sentimos y no tanto lo que nos comemos.
Llega entonces el momento de la “DESPEDIDA” en la que nos levantamos del círculo para irnos con mucho orden a clase, llenos de Dios, de su luz, de espiritualidad, para contagiarla a los demás.
Ojalá y todos tengamos en nuestra vida experiencias así porque, como las escrituras nos dicen en Mateo 19:14: “Dejad que los niños vengan a mi, y no se lo impidáis; porque de ellos es el reino de los cielos”.
Hagámonos niños ante Dios y aprendamos jugando con Él.
Mª Paz Benito
Coordinadora de Acción Social