Discurso finalista de Javier Orti
«Señor director general del centro,comunidad de hermanos,jefe de estudios y responsables de las distintas etapas educativas,integrantesdel AMPA,presidente de la asociación de antiguos alumnos, queridos profesores, padres, madres y,sobre todo, queridos compañeros: bienvenidos todos, buenas tardes.
Antes de comenzar, quisiera advertirles de que no les espera un discurso de la talla de Reagan o de Schopenhauer, pero les aseguro que es un honor para mí representar a mis compañeros hoy y que intentaré hacerlo lo mejor que pueda.
Desde que entramos en este colegio, ya sea en Infantil, Secundaria o Bachillerato, se nos inculca con la máxima constancia un sentimiento de hoy ha llegado el día en el que abandonamos el nido, en el que emergemos de la caverna, en el que por fin empezamos poner en práctica esas habilidades que tanto hemos estado perfeccionando. Me refiero,por supuesto,a nuestras competencias, aptitudes y,sobre todo, a nuestros valores,pues sonla seña de identidad que siempre ha destacado a nuestra generación, tanto en lo académico como en la vida fuera del colegio.
Echemos la vista atrás. Tenemos innumerables recuerdos juntos: desde nuestras funciones de Navidad,vestidos de pastorcitos, hasta nuestras excursiones. No habremos ido a Italia y visitado el Coliseo, pero,oye, hemos ido a Hornachuelos, que,aunque se nos confiscasen ³ciertos bienes de consumo ́no anda muy distante de lo que hubiera llegado a ser nuestro viaje por tierras italianas. No olvidéis recordar las Cruces, cada Semana Santay las ferias que habéis vivido junto a vuestros amigos de clase (aunque no hayan podido sertantas como nos habría gustado). Además de todos estos momentos, recordemos que ha pasado de todo durante estos años:peleas, reconciliaciones, amores, desamores…
Ahora cada uno sigue su camino y, desgraciadamente, a algunos de esos amigos no vamos a volver a verlos en mucho tiempo, pero eso convierte esos recuerdos en aún más especiales porque esas personas que están hoy sentadas a vuestro lado, tal y como lo han estado durante todos estos años, el día de mañana vivirán en Córdoba, en Madrid, en Santander, en Valencia o en cualquier otro sitio; puede que incluso en lugares tan lejanos como Tokio o Estocolmo, y
sin embargo, sea cual sea la distancia que nos separe, nunca dejarán de ser nuestros amigos.
También sabemos que el camino no siempre ha sido llano. Muchas veces hemos meditado la posibilidad de abandonar, de rendirnos, pero miraos: hemos superado situaciones adversas de toda clase, de las que hemos salido más fuertes como, por ejemplo, el confinamiento. Pudimos pasarlo peor o mejor, pero nos ayudó, en cierta medida, a apreciar más nuestras relaciones de amistad, amorosas o familiares. También, por desgracia, hemos vivido pérdidas, como la
de «seño» Isabel Piedras que ya no está con nosotros. Incluso, hemos pasado de ser pseudovandalistas ́ a hombres y mujeres de excelso provecho, producto que cada uno de nosotros ha demostrado y seguirá demostrando en adelante.
Todo lo que hemos vivido juntos, tanto dentro del colegio, con nuestros profesores, como fuera de él, nos ha ayudado a conformar las personas que hoy somos, para lo bueno y para lo malo: desde las felicitaciones por el rendimiento
y la buena actitud, hasta las notas en la agenda por poner pegamento en las sillas.
A lo que me refiero es a que tenemos que salir orgullosos de aquí, con confianza, con templanza. Tenemos toda una vida para brillar y, sea cual sea el camino que escojamos, no albergo la menor duda de que seremos los mejores
allá donde vayamos. Es el momento de dejar de verse reflejado en personajes de libros y películas para empezar a ser nosotros los protagonistas de nuestra propia historia. Muchos pensaréis: ¿por qué no voy a poder ser yo un empresario
exitoso, o un pianista mundialmente famoso? Quién sabe, igual algún día a uno hay que llamarlo señor presidente, quién sabe ́ El cielo es el límite. Por poneros un ejemplo, Albert Einstein no habló con fluidez hasta que cumplió los 9 años y hoy está reconocido como uno de los científicos más importantes de todos los tiempos. Estoy convencido de que aquí, entre nosotros, hay más de uno y más de dos `Albert Einstein ́, cada uno en su campo y con su propio estilo.
Nuestro próximo duelo es la selectividad, palabra tabú estos dos últimos años. Aunque ahora estemos asustados por la cercanía que hay entre ésta y nosotros, seamos realistas, ni siquiera es un desafío de verdad, porque estamos más que preparados para superarla.
El verdadero reto consiste, a partir de ahora, en vivir nuestras vidas. Pueden parecer, estas, palabras vacías, banales, sin mucha relevancia. Nada más lejos de la realidad: no lo son. Tomad las riendas de vuestro camino sin que nadie os diga cómo tenéis que hacerlo, sin que nadie os guíe por una senda que no es la que os llena. Parafraseando a Schopenhauer «Dios baraja las cartas pero nosotros las jugamos ́. Si en lugar de ser neurocirujano, Fiscal General del Estado o ingeniero aeroespacial destinado en la Estación Espacial Internacional, os apetece transformaros en los dueños de un estudio de tatuajes, pintar castillos al óleo o diseñar videojuegos de combate, convertíos en los mejores tatuadores ́, pintores de esos cuadros o creadores de videojuegos, pero que nadie nunca os quite la ilusión, el afán y la ambición de poder llegar a serlo. Así pues, cuando todo acabe, nadie estará más orgulloso de vosotros que vosotros mismos, pues os habréis realizado, estaréis donde queréis estar.
No dejéis que nadie os diga que no sois capaces. No les hagáis caso porque, entonces, tendrán razón. Tampoco digáis que no estáis donde queréis estar donde queréis por culpa de otra persona, porque eso os convertiría en cobardes y aquí no hay ninguno de ellos, ni nada que se le parezca.
Mirad a San Juan Bautista de La Salle. Todos le decían que su proyecto de vida era una completa locura. Si hubiera atendido a los obstáculos que tuvo en su camino, si se hubiera dejado influenciar por los sucesos en su contra, todo
sería distinto. Para empezar, no habría extendido este imperio evangelizador que hoy conocemos, y claro está, yo no estaría aquí leyendo este discurso.
Es justo y realista también destacar algo crucial que no debéis olvidar: a la hora de emprender vuestros proyectos, también habrá momentos detempestad, momentos en los que la luz al final del túnel se verá lejana y difuminada. Recordad pedir ayuda cuando la necesitéis. Hay una cita latina quedice lo siguiente (por favor, ruego a los entendidos en el campo de las Humanidades que disculpen mi pronunciación): FRATER QUI ADJUVATUR A
FRATRE QUASI CIVITAS FIRMA ́, que, traducido significa «un hermano ayudado por un hermano es como una ciudad amurallada». Esta es justo la esencia del espíritu lasaliano y de lo que todos nosotros somos. Sé que cada vez que alguno necesitemos ayuda, siempre estaremos ahí para socorrernos.
Ahora, quisiera aprovechar para transmitiros algunos mensajes antes de poner fin a esta declamación:
El primero es que quiero pediros perdón por no haber podido hacer referencia a todos los momentos que hemos vivido y compartido como compañeros. Me encantaría haber podido hacerlo, pero, para ello, en lugar de un discurso, habría necesitado todo un programa de televisión.
El segundo es que solo puedo dar gracias. Quiero dar gracias, primeramente, a mis padres, por traerme al colegio de La Salle. Si no lo hubieran hecho, no tengo ni la menor idea de qué clase de persona habría llegado a ser hoy.
Después, quiero darle las gracias a mis profesores por acogerme en ésta, la que ha sido mi casa durante casi 15 años, porque seguirá siéndolo siempre, aunque no pueda visitarla todos los días.
Y, por supuesto, quiero daros las gracias a vosotros, mis compañeros, mis amigos, mis hermanos. Crecer junto a vosotros ha sido el mayor regalo que puedan hacerle a un niño cuando entra asustado por primera vez al colegio,
donde no conoce a nadie, porque se plantea un millar de cuestiones ¿Y si no caigo bien? ¿Cómo van a ser mis compañeros?
Sin poder ni siquiera imaginarlo, ese niño asustado recibió el mejor trato y todo el cariño por parte de sus compañeros. Creo que hablo en nombre de todos cuando afirmo que, aunque haya diferentes grupos de amigos dentro del
curso, no hay nadie que no se sienta integrado y parte de esta gran familia que formamos tanto los que hoy estáis aquí conmigo, soportando esta chapa, como los que se fueron a mitad de camino. Eso me hace pensar en la siguiente teoría: Stephen Hawkins estaba convencido de que existen infinitos universos paralelos. Pues bien, os aseguro que no soy capaz de concebir ni de imaginar una sola realidad paralela en la que vosotros no seáis mis amigos, con los que he crecido y con los que volvería a compartir este camino una y mil veces.
Pongo aquí el punto y final no sin antes volver a desearos, de corazón, todo lo que mejor y más honestamente se puede desear: unidad, convivencia y paz. No olvidéis nunca de dónde venís, dónde os habéis criado y formado y, es más, llevad este legado con orgullo allá donde vayáis. Ahora, marchad adelante, sin miedo a nada ni a nadie, pero antes, permitidme hacer resonar una vez más este lema: ¡Viva Jesús en nuestros corazones!»
Javi Orti