El carisma lasaliano es un don que recibimos del Espíritu Santo a través de nuestro Fundador y de los primeros Hermanos, que nos permite descubrir, valorar y responder a las necesidades educativas humanas y cristianas de los niños, jóvenes y adultos de cada momento histórico, especialmente de los más necesitados. Somos colaboradores al servicio del Reino de Dios.
El carisma es participativo y abierto, y se comparte porque genera un vínculo espiritual especial entre muchas personas de diferentes tradiciones de fe. Es una familia carismática más en el itinerario hacia Dios como un solo pueblo.
La Familia Lasaliana vive la vocación lasaliana a través de diferentes modalidades:
Institutos de vida consagrada: Hermanos de las Escuelas Cristianas, Hermanas Guadalupanas de La Salle, Hermanas De La Salle, Siervas Lasalianas de Jesús.
Asociados y diferentes formas de fraternidades (Hermanos y seglares) con compromiso público: fraternidades Signum Fidei, Fraternidades educativas La Salle y comunidades de Asociados.
Personas que integran compromiso personal, espiritualidad y otras características fundamentales de la Asociación con alguna forma de reconocimiento, pero sin compromiso público.
Organizaciones reconocidas por el Instituto o el Distrito, o por la propia Familia Lasaliana: la Unión Mundial de Antiguos Alumnos Lasalianos (UMAEL), el Movimiento de Jóvenes Lasalianos, la Asociación Internacional de Universidades Lasalianas (AIUL) el Club San Benildo, el Club de Madres Lasalianas, etc.
Otras personas comprometidas con la misión educativa lasaliana: educadores, padres, catequistas, voluntarios, animadores deportivos y de ocio, personal de administración y servicios, alumnos.
Otros grupos, como Benefactores y Afiliados del Instituto FSC.
Un lasaliano es cualquier persona que se siente parte de la Familia Lasaliana a través de una relación afectiva o institucional, y que contribuye, de una manera u otra, a dar respuesta a las necesidades de los niños, jóvenes y adultos, especialmente de los más excluidos de la sociedad.