Queridos educadores de hoy,
La paz esté con ustedes. En este tiempo de desafíos y cambios, me dirijo a ustedes con el
mismo espíritu que guió mi vida y mis esfuerzos en la educación. Soy Juan Bautista de La
Salle, y aunque mi tiempo fue diferente al suyo, las verdades fundamentales sobre la
formación de los jóvenes permanecen inalteradas.
En mi época, me esforcé por brindar educación a los menos privilegiados, inspirado por mi
fe y la convicción de que la educación es un medio para liberar el potencial humano y tocar
los corazones. Observo con alegría que muchos de ustedes continúan esta misión con celo
y dedicación, con la certeza de que es Dios mismo quien actúa a través de nosotros.
Recuerden que su labor como educador/a va más allá de la transmisión de conocimientos.
Son un guía, un modelo a seguir y un faro de luz para aquellos que buscan dirección. En los
momentos de inseguridad, permítanse reflexionar sobre el impacto positivo que han tenido
en la vida de sus alumnos y colegas.
Enfrenten cada día con la confianza de que, aunque puedan surgir desafíos, su dedicación
y pasión por la educación son motores que les llevarán a superar cualquier obstáculo. Les
insto a recordar la importancia de la fe y la oración en su labor educativa. Más allá de
impartir conocimientos, sean guías espirituales que inspiren a los jóvenes a encontrar
significado y propósito en sus vidas. A través de la oración, encontrarán la fuerza para
enfrentar los retos diarios y para modelar la compasión, la humildad y la justicia. Así fue
como yo mismo fui de compromiso en compromiso…
No olviden la importancia de conocer a sus alumnos individualmente. Cada uno es único y
lleva consigo sueños, temores y potencialidades. Al conocer sus historias, podrán guiarlos
de manera más efectiva y ayudarles a alcanzar su máximo desarrollo.
La colaboración y la solidaridad entre educadores también son cruciales. Trabajen juntos,
compartan experiencias y aprendan unos de otros. La labor educativa es colectiva y
requiere un esfuerzo conjunto para impactar positivamente en la vida de los jóvenes.
En los momentos de duda, quiero recordarles que la incertidumbre es una parte inevitable
de la vida y, a veces, un signo de crecimiento. Han emprendido un camino noble al
dedicarse a la educación, y aunque puedan surgir interrogantes, confíen en que cada
desafío trae consigo oportunidades para aprender y fortalecerse. La duda puede ser una
llamada a la introspección. Tómense un momento para recordar su compromiso con la
educación y cómo, a través de sus esfuerzos diarios, están contribuyendo al crecimiento y
desarrollo de quienes les rodean.
Finalmente, recuerden que la educación no es solo transmitir información, sino formar
corazones y mentes. Cultiven en sus alumnos la sed de conocimiento, la compasión por los
demás y el deseo de contribuir al bien común.
Con mi bendición y gratitud por su noble tarea,
Juan Bautista de La Salle
Equipo de Formación e Identidad Lasaliana