Para los cristianos, el significado de la vida radica en seguir las enseñanzas de Jesucristo. El significado profundo se halla en el Evangelio. La espiritualidad lasaliana surgió del encuentro de Juan Bautista de la Salle con el Evangelio de Jesucristo. Es una espiritualidad de mediación. Cada persona implicada en la vida de la escuela o del centro está llamada a ser «un instrumento en la Obra de Dios», un «ángel guardián», un «buen pastor» y «ministro y embajador» de la salvación de Dios. Cada uno está llamado a mediar el amor de Dios en el mundo, lo que lleva a los cristianos a buscar respuestas concretas y eficaces a las necesidades de los pobres, especialmente en lo que se refiere a sus necesidades educativas. Es a través de la oración que Dios puede enriquecer la comunidad con los dones necesarios para la misión.
Los cristianos se sienten llamados a mirar la realidad con los ojos de la fe (espíritu de fe): es decir, a descubrir «la presencia de Dios» en todos y en todo lo que los rodea; ver con la mirada compasiva de Dios, creer en el potencial de cada uno para crecer a imagen y semejanza de Dios. Ver con los ojos de la fe es dejarse guiar por el Espíritu – leyendo los signos de los tiempos – cuidando de la Creación de manera responsable, escuchando el mensaje del Evangelio.
Desde los orígenes del Instituto, este espíritu de fe está unido al espíritu de celo, es decir, al compromiso y a la entrega personal. El Fundador insistió en «no hacer distinción entre los asuntos propios de su estado y el negocio de la salvación y perfección propias». Como el Papa Francisco recuerda a la Iglesia: «Evangelizadores con Espíritu quiere decir evangelizadores que oran y trabajan”. Una espiritualidad cristiana encarnada e integradora lleva siempre al compromiso con los niños y jóvenes más necesitados.
La espiritualidad lasaliana está orientada hacia la comunidad. Se vive en el espíritu de fe y celo al mismo tiempo, en comunión para la misión o, mejor dicho, en «asociación» para la misión educativa de los pobres. No se puede vivir y comprender la espiritualidad lasaliana hoy sin referencia a «juntos y por asociación».
Esta espiritualidad lasaliana está acompañada de las siguientes prácticas comunes que alimentan su patrimonio espiritual:
Recordar la presencia de Dios… lo transcendente: Al empezar el día o una actividad, al salir de casa, al llegar a la escuela, los lasalianos pueden ejercer la práctica de recordar que están y viven en presencia de Dios o de la Transcendencia. Para el Fundador era muy importante recogerse por un momento, focalizar la atención, reconocer que en todo está la presencia de Dios, y que esa presencia se hace más clara ante los pobres.
Meditación personal: practicar regularmente el silencio, la quietud. La misión hace que los momentos de meditación sean algo absolutamente esencial. Cada uno puede elegir la duración o forma más adecuada. Es una práctica que los lasalianos de diferentes tradiciones pueden compartir entre sí. El Fundador redactó un método de oración interior y meditación hace más de 300 años. Los lasalianos de hoy adoptan la inspiración del Fundador, y la meditación y la oración siguen siendo una actividad diaria importante para alimentar la espiritualidad.
Lectura de textos sagrados: los textos inspirados y las reflexiones de las diferentes tradiciones de fe nutren a los fieles de manera inestimable. Los cristianos recurren a la palabra de Dios en sus meditaciones y la llevan en sus corazones a lo largo del día. El Fundador quería que todos los Hermanos llevaran en sus bolsillos un pequeño ejemplar del Nuevo Testamento. Los lasalianos cristianos ponen el mensaje de Jesús de Nazaret en el centro de sus vidas: «Viva Jesús en nuestros corazones. ¡Por siempre!» es un recordatorio de que hay que seguir a Cristo.
Compartir la fe en comunidad: cantando himnos y recitando plegarias, creando nuevas oraciones, compartiendo dudas y esperanzas, orando por los estudiantes y por las comunidades religiosas más amplias, como la Iglesia, se crea un sentimiento de fraternidad. El Fundador estableció para los primeros Hermanos el ejercicio de la oración en comunidad. Hoy, los lasalianos comparten una vida de fe, estableciendo momentos y tiempos en la comunidad para alimentar el significado de la vida.
Proyecto Personal: los lasalianos sienten la necesidad de cuidar de su propio itinerario espiritual, de tener una actitud responsable hacia la vida y mantener una opción activa para con los pobres. Cada uno está invitado a construir el sentido de su vida, a tomar conciencia de sus propios errores, a cultivar sus talentos, a abrirse a la novedad del Espíritu y a no dejarse llevar por la pereza y la rutina. El Fundador escribió su propio proyecto personal en las «Reglas que me he impuesto».
Acompañamiento personal: los lasalianos buscan interactuar con personas susceptibles de ampliar sus perspectivas, piden ayuda en situaciones difíciles, tienen a alguien a quien confiar sus dudas, se abren al consejo de los demás ante decisiones importantes y cuestionan sus propias actitudes. El Fundador tuvo diferentes acompañantes en su vida: el Padre Nicolás Barré, el Padre Nicolás Roland, la Hermana Luisa, así como los mismos Hermanos. Él mismo acompañaba a los Hermanos. Los lasalianos están invitados a cuidar de su salud espiritual a través de la práctica del acompañamiento. Además, los jóvenes y los adultos acudirán a ellos para recibir una palabra que dé significado a sus vidas, consejos y acompañamiento, y nadie puede dar lo que no ha experimentado, lo que no ha vivido o practicado.
Formación: Es necesario un mínimo de formación acerca de: las Sagradas Escrituras (como la Biblia), en los diversos campos de la teología, filosofía y antropología; y sensibilización sobre los desafíos actuales de la humanidad en una cultura del diálogo. El espíritu también se alimenta de ciencia y de historia; no se puede ser un creyente ingenuo. La continua actualización personal y profesional es fundamental. El Fundador estableció tiempos de formación y de retiro, vio la necesidad de reunir a los Hermanos para ofrecerles puntos de reflexión, para permitirles que trabajaran juntos redactando documentos que les ayudaran en sus tareas. Los lasalianos enriquecen sus conocimientos y práctica con sesiones formativas, lecturas espirituales, cursos de especialización, etc.
Tiempos de retiro: reservar momentos especiales para retiros, momentos de soledad y de intensificación de la espiritualidad. El Fundador adquirió la casa de Vaugirard para reunir a los Hermanos y ofrecerles momentos de retiro y formación. Se dio cuenta de que el exceso de trabajo puede llevar al agotamiento de la vocación. Los lasalianos se sirven de estos momentos espirituales especiales para descansar y reenfocar sus vidas.
Los lasalianos necesitan una espiritualidad del siglo XXI – en armonía con sus principios, pero también creativa; una espiritualidad madurada y cimentada en contextos diversos, pero también practicada. La espiritualidad alimenta el compromiso con la misión lasaliana y el sentido lasaliano del «juntos y por asociación».
(Texto sacado del documento “Hablemos de la Familia Lasaliana pág. 13 a 17)