Comienza el tiempo de Adviento, un tiempo de espera confiada

“Velad, pues no sabéis cuando vendrá el dueño de la casa
… no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos” (Mc 13,36).

¿Me dejas entrar?

Cada año cobra actualidad el Adviento, porque siempre necesitamos la venida de Dios a nosotros, y nos hace falta aprender a esperarle. Estamos tan familiarizados con este término que no llegamos a captar toda la riqueza que se encierra en él.

Adviento quiere decir «venida». Todos sabemos a quién esperamos los cristianos en este tiempo, quién es el que viene y para qué lo hace, pero ¿somos realmente conscientes de este Misterio?

En una sociedad acelerada como la que vivimos, el tiempo pasa volando, tan rápido que apenas tenemos posibilidad de disfrutar el presente más inmediato. Por eso es importante saborear el Adviento, disfrutarlo en todo lo que éste significa (descubrimiento, misterio, esperanza), con la certeza de que este momento de tu vida es nuevo. Para ello, os invitamos a realizar una pequeña reflexión: si Dios viene a tu vida, ¿para qué viene? ¿Por qué es necesaria esa venida?

En este año, en el que el lema “Estas en casa” nos invita a mostrarnos en actitud de acogida, tenemos más presente que nunca el valor del hogar. El Adviento es un tiempo de espera que nos invita a mantener la puerta de nuestra casa abierta para recibir al que viene, y asentar esta misma sobre roca firme. Por eso es necesario cuestionarse “¿dónde tengo puesta la vida, mi mirada, mi pensamiento?

Lectura para la reflexión

Tú no lo sabes, nunca te has dado cuenta. Hubo un día en que me gustaba mirar desde lo alto y verlo todo con ojos nuevos. Me maravillaba de tanta hermosura. Pero todo eso cambió. Empecé a ver que la injusticia, poco a poco, se adueñaba de la tierra. ¿Qué te crees, que el llanto de un niño no me afecta? Cada vez que veía por las carreteras miles de personas desplazadas, familias rotas, muertes injustas, explotaciones sin escrúpulos, se me partía el corazón. ¿Dónde estaba la armonía para la cual fuisteis creados? Entonces decidí hacer algo. Al principio pensé borrarlo todo de un plumazo, acabar con aquello de una vez por todas. Pero me di cuenta de que el corazón del hombre es maravilloso y contiene una fuerza imparable dispuesta a explotar apenas alguien la sepa activar. Cambié de plan. Miré el mundo otra vez desde lo alto. Lo amé, si cabe, con más intensidad. Me hice pequeño, muy pequeño, lo suficiente para entrar en el mundo sin llamar la atención. Me pusieron un nombre y decidí nacer para compartir con todos vosotros lo que significa ser hombre. Poco a poco fui convenciendo a los hombres de que eran amados y que sus corazones contenían tanto amor por estrenar. Algunos lo fueron captando y han ido poco a poco, lenta y silenciosamente, como la primavera, cambiando el mundo. ¡Queda tanto por hacer! Pero para terminar mi obra solo faltas tú. ¿Me dejas entrar?

Y si lo dejo entrar… ¿cómo acoger a un niño en un lugar frío y desolado? ¿cómo acogerlo en un lugar oscuro y sombrío? ¿cómo acogerlo si no hay sitio en la posada? ¡Por eso es importante este tiempo de Adviento! Por eso la Iglesia nos regala estas cuatro semanas, para prepararnos y preparar el lugar de la venida. Para preparar nuestro corazón y hacer de él un hogar acogedor, un lugar digno para recibir al Señor de los Señores.

Pastoral

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